28 de Febrero

«Viva mi Andalucía, viva mi tierra…» dice una sevillana por ahí. Bueno, pues que viva, porque gracias a éste día me he pegao un puente que pa’ qué. Lo mejor de todo es que casi no he parado en casa. He estado en los carnavales de Cai con la familia… (os pondría un vídeo, pero no tengo ni idea de como colgarlo aquí U_U). Total, una locura de puente, que conste que no me quejo ^o^.
Pero lo mejor vino el martes 28 de febrero (vamos, el día D), cuando, tras esperar con la nariz congelada media hora(si es que seguía poseyendo apéndice nasal XD), y tras ver pasar el Talgou (travelling from Barselona-sans), nos anuncian por megafonía que por favor, los viajeros con destino Sevilla-Santa Justa del Andalucía Express (como el café), se cambien a la vía 3 (no, no estamos hablando de vía digital, tienes que dejar de ver tanto la tele). Eso no fue lo malo, lo malo vino cuando fuimos a cambiarnos y nos percatamos de que la vía 3 era la que estaba a nuestras espaldas y que, tras 3 horas de esperar los primeros en la vía, nuestros asientos peligraban ¬¬.
Ahora viene lo mejor. Os vais a caer de espaldas XDD. Entonces, un muchacho, con un deje andalú que era imposible negar (a lo mejor el chaval era madrileño, pero estaba celebrando el día de Andalucía de ésa forma tan… especial XDD) avisa por megafonía que ya anunciarían la hora de partida (!).
El tren llegó, y, extrañamente, había sitio para todos, pero no se movía de la vía. Los padres de una de mis compañeras llamaron a la resi, porque el tren llevaba ya una hora de retraso y no íbamos a llegar a tiempo ni en nuestros mejores sueños. La monja del teléfono repetía insistentemente que bajaría a las 11 de la noche (eran ya las 9’30 y el tren tarda un pokillo más de la hora. Súmele a ésto encontrar un taxi o esperar al autobús y comprenderán nuestra desesperación) sin escuchar a las personas que les decían que íbamos a llegar más tarde. Y el tren seguía sin arrancar. Tenía un problema en los frenos de los dos últimos vagones y a un revisor debajo inspeccionando la avería. Y el tiempo pasaba. Y nosotras nos bajamos, porque nos íbamos a quedar en la calle y no había ganas de conocer Sevilla de noche. Las bromas del tipo «vámonos pa’ Sanlúcar» se convirtieron en realidad tras reclamar el dinero del billete.
El 1 de marzo me tuve que levantar a las 5’30 de la madrugada porque mi padre (¡gracias papá, eres un cielo! ^o^) se ofreció a acercarnos a Sevilla para que no perdiéramos clase.

P.D: ése día me preguntó curioso un compañero de la facultad que nos vió desalojar el tren. Según me informó, venía con problemas desde El Puerto y acabaron por descolgar (en Jerez) los vagones de cola y acomodar a los pasajeros en otros vagones del tren.

Phyra ^o^